A propósito de la conmemoración del día de las trabajadoras domésticas, en SERV queremos hacer un recuento de la historia del servicio doméstico en Colombia como un homenaje a las mujeres que dedican su vida al cuidado de nuestros hogares y nuestras familias. Es importante reflexionar acerca de las condiciones laborales discriminatorias de las que estas mujeres han sido víctimas a lo largo de la historia, para comprender importancia de la lucha que están librando actualmente por legitimar sus derechos laborales y lograr la equidad laboral.

Inicios

El trabajo doméstico ha existido en nuestro país desde la época colonial, mucho antes de que existiera la República de Colombia como la conocemos ahora. Alrededor de 1525, cuando los españoles fundaron las primeras ciudades y construyeron sus viviendas, surgió la necesidad de tener personal que se encargara de las labores del cuidado hogar, ya que las señoras de la alta sociedad no podían asumir estas labores.

Así es como empieza la historia del servicio doméstico en Colombia. En un principio estas labores eran realizadas por esclavas negras y por mujeres indígenas. Estas mujeres servían en las casas y haciendas de los españoles y los blancos criollos. Las mujeres indígenas prestaban el servicio como parte del impuesto de Mita; un tributo que debían pagar los indígenas a los conquistadores como retribución por la civilización y la enseñanza católica.

Con la proclamación de la independencia en Colombia en 1810 y con la abolición de la esclavitud en 1851, se creó un nuevo escenario para las mujeres que desempeñaban las labores del servicio doméstico. Las esclavas negras se suscribieron a las nuevas condiciones laborales de la libertad, pasando de una vida servil no remunerada a una retribuida.

Con la adhesión de las esclavas negras al mercado laboral del servicio doméstico remunerado, se aumentó la oferta del servicio y como consecuencia, se precarizaron las condiciones laborales y el salario de las trabajadoras domésticas. A diferencia de otros trabajadores, las empleadas domésticas no contaban con ningún tipo de contrato de trabajo o derechos laborales pero sí se especificaban taxativamente sus deberes y obligaciones.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX comienza el proceso de industrialización y expansión urbanística en Colombia. Esté fenómeno ocasionó que las ciudades se volvieren receptoras de la población campesina que migraba a la ciudad en busca de oportunidades laborales. En este contexto, el servicio doméstico representaba la mayor fuente de empleo para las mujeres campesinas de bajos recursos y sin educación. Por estos años las mujeres tenían acceso limitado a la educación básica y no tenían derecho a la educación superior.

En 1930, luego de la “Masacre de las bananeras”, se originaron las primeras organizaciones sindicales y juntas de trabajadores para exigir mejores condiciones laborales. A pesar de que la lucha sindical consiguió que se establecieran las primeras normas laborales en el ordenamiento jurídico colombiano, el sector del servicio doméstico siguió invisibilizado.

Por estos días el servicio doméstico en vez de ser concebido como una relación laboral, en concordancia con la Ley 10 de 1934, se regía por la figura de “arrendamiento de criados domésticos”, una modalidad contractual estipulada en el Código Civil Colombiano, en la que solo se reconocían las obligaciones del trabajador, que por un salario inferior al mínimo, debía prestar los servicios que su patrón le exigiera y estar siempre disponible para lo que se ofreciera a cualquier hora del día o de la noche. Esta normatividad estuvo vigente hasta el año 1950, cuando se expidió el Código Sustantivo del Trabajo.

Código sustantivo del trabajo en Colombia

En el año 1950, con la expedición del Código Sustantivo del Trabajo, por primera vez en Colombia se establece un marco jurídico que normativiza los derechos y deberes que rigen la relación laboral entre el empleado y el empleador. Sin embargo, esta normatividad no protegía a los empleados domésticos porque no eran considerados trabajadores formales. En esta época al igual que ahora, el trabajo doméstico era desempeñado principalmente por la población más vulnerable; mujeres campesinas o de etnia segregada sin educación y de bajos recursos económicos.

Estas mujeres carecían por completo del conocimiento y los recursos necesarios para hacer valer sus derechos y exigir un trato semejante al que recibían los trabajadores sindicalizados. En este contexto se normalizo la precariedad laboral y el trato discriminatorio hacia los trabajadores domésticos. Estos preceptos se mantuvieron durante todo el siglo XX en Colombia.

OIT convenio del trabajo decente 2012

El 21 de diciembre de 2012 el Congreso de la República de Colombia por medio de la Ley 1595 aprobó el “Convenio sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos” adoptado en Ginebra, Confederación Suiza, en la 100ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo el 16 de junio de 2011.

Con la ratificación de este convenio por primera vez en Colombia se adoptaron las medidas legislativas necesarias para garantizar la equidad de derechos laborales de los trabajadores domésticos. Actualmente en Colombia es obligación de todos los empleadores formalizar a sus trabajadores domésticos, afiliarlos a seguridad social y realizar el pago de todas sus prestaciones sociales. Luego de casi 500 años los empleados domésticos en Colombia finalmente son considerados como trabajadores legítimos con derechos.

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Las trabajadoras domésticas de SERV, luego de un riguroso proceso de selección y de capacitación, son contratadas directa y formalmente. SERV asume todas las obligaciones legales con las trabajadoras para que el cliente final no tenga nada de qué preocuparse y quede protegido ante eventuales demandas.

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